La Tierra prometida

“Pedid por la paz de Jerusalén, sean prosperados los que te aman”. (Salmos 122:6)

Al estudiar este salmo vemos que por el sólo hecho de amar a Jerusalén, la Tierra de Dios, y orar por su paz y bienestar, nuestras vidas comienzan a ser bendecidas y prosperadas.

Hay un hombre en la Biblia, Daniel, en quien claramente se refleja la bendición de Dios por amar su Tierra. La Biblia nos relata que siendo muy joven, fue llevado cautivo de Jerusalén a Babilonia. Allí, a pesar de su situación desventajosa, continuó con la búsqueda y el anhelo de agradar al Señor, lo que se reflejó en una sabiduría que nadie podía superar. Esto hizo que el rey le tuviera a su lado como asesor personal, pues en todo lo que Daniel opinaba y hacía se notaba la bendición de Dios. Su vida era tan próspera y bendecida, que produjo celos y envidias entre los gobernantes de aquella época, quienes buscaron su caída.

Daniel era intachable y nada reprensible encontraron con lo cual pudieran acusarle delante del rey en lo relacionado al reino, así que buscaron motivo en relación con su fidelidad a Dios. Lograron que el rey promulgara un edicto a través del cual se castigaba con la muerte en el foso de los leones, a aquel que no se arrodillara delante del rey y lo reconociera como Dios. Al enterarse de la prohibición, Daniel entró a su casa y como siempre lo hacía, abrió las ventanas de su habitación que daban hacia Jerusalén y oró y dio gracias al Señor. Como era de esperarse, Daniel fue echado en el foso de los leones; pero el fin de la historia es bastante esperanzador, ya que el Señor le salvó prodigiosamente y el rey reconoció al Dios de Daniel como el verdadero Dios.

Curiosamente todos los grandes hombres y mujeres de la Biblia tuvieron que ver, de manera directa o indirecta, con Jerusalén, desde donde Dios les bendecía en donde quiera que se encontraran. En muchos salmos se encuentra la frase: “Dios te bendiga desde Jerusalén”, “Dios te sostenga desde Sión”, recordándonos que desde allí Dios también anhela bendecir y prosperar nuestras vidas.

“Amado Padre, hoy entendemos que tu tierra amada Jerusalén tiene una bendición especial para nuestras vidas. Permítenos ir allá para disfrutar de Tu presencia y consuelo; queremos que nuestros pies caminen sobre las huellas frescas de tu Hijo Jesús. ¡Qué alegría cuando nos dijeron: "Vamos a la Casa del Señor"!  Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén, que fuiste construida como ciudad bien compacta y armoniosa. Allí suben las tribus, las tribus del Señor según es norma en Israel, para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. Auguren la paz a Jerusalén: "¡Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!".  Por amor a mis hermanos y amigos, diré: "La paz esté contigo". Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad.” Amén.

Reenvíelo a quienes usted cree que necesita este mensaje, se lo agradecerá.

Mensaje basado en el devocional  "Llamado a la oración Lolita Cruz de Chamorro".

rc 


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