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LA VIDA DE OBEDIENCIA
“Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán” (Proverbios 3:1-2)
PASAJE COMPLEMENTARIO Salmo 119:9-16
Esta hermosa promesa va acompañada de un mandamiento, que un padre imparte a su hijo. Dios en toda la extensión de su Santa Palabra nos invita para que guardemos en nuestro corazón su sabiduría, sus instrucciones, ya que la Biblia constituye el Manual de Vida necesario para vivir bien. Nos invita a no olvidarnos de sus consejos, pues no hay nada más doloroso para un padre que tener hijos desagradecidos y olvidadizos.
Si pusiéramos atención para escuchar las palabras de la sabiduría, ella nos diría que el secreto para una vida llena de bendiciones, está en inclinar nuestro corazón a Dios, nuestro Creador. “Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará” (Proverbios 4: 4-9)
Conservar las instrucciones de nuestro Papá Dios en nuestro interior para ponerlas por obra, nos garantiza una vida completa de felicidad y realización personal. Son las palabras de Dios las que nos dan vida, las que nos hacen sabios, las que nos vuelven libres. Son ellas las que nos permiten conservar la salud, y recuperarla cuando la hemos perdido, pues siempre nos están señalando, lo que trae bien a nuestro propio ser, lo que va a generar paz con nosotros mismos y con los demás y también, lo que es recto a los ojos de nuestro Señor.
HABLEMOS CON DIOS
“Gracias Señor por brindarme la oportunidad de vivir, y de tener una mejor calidad de vida cada día. Hoy tomo la decisión de buscarte, de oír con temor reverente tus palabras y de ejecutar tus órdenes, para lo cual pido la ayuda de tu Santo Espíritu, Amén.”
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