ESTAMOS EN SUS MANOS
“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú” Isaías 43:1
PASAJE COMPLEMENTARIO: Isaías 43:1-4; 44:1-4
La palabra de Dios nos enseña que Él nos hizo con un plan definido. No somos producto del azar. Nuestro Creador tuvo en cuenta lo que necesitábamos para ser personas felices y realizadas, así que nos equipó con creatividad, talentos, dones y habilidades, con el propósito de que fuera imposible fracasar. Desarrollando esos recursos bajo la dirección y la bendición de nuestro Padre, cada uno sin excepción podría desarrollar su propio plan y disfrutar el alcance de su máximo potencial.
De la misma manera, Dios decidió cuándo íbamos a nacer y cuánto hemos de vivir. Él pensó de antemano en los días de nuestra vida; escogió su momento exacto de nacer y de morir. Saber esto nos sobrecoge de profundo respeto y temor reverente, lo mismo que nos llena de confianza y alegría, al comprender la gran verdad consignada en las Escrituras: que usted y yo no somos hechos por causa del destino, ni mucho menos por casualidad, así como tampoco nuestra vida se rige por la suerte, ni tampoco dependemos de la voluntad humana. No es una coincidencia que en este mismo instante estemos respirando. ¡Tenemos una vida porque Dios quiso que así fuera! Él tuvo a bien crearnos y preparar lo excelente para cada uno de nosotros.
Pero eso no es todo. Esta verdad nos revela además cuán ricos somos en Él, cuán equipados estamos para cumplir su plan excelso, como está escrito: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Esto quiere decir que lo que es verdad para Cristo: su amor, su fe y su poder, también es verdad para cada uno de nosotros. Lo importante es que tengamos como David, la certeza y la seguridad de nuestro origen en Dios y que tengamos toda la confianza y la disposición para tomar con prontitud sus bendiciones, sin desaprovechar ninguna de ellas.
HABLEMOS CON DIOS
“Padre maravilloso, necesito ser lleno de tu Santo Espíritu, para reconocerte y poder entender todo lo grandioso que eres Tú. Hoy te pido que me reveles cuán valiosa es mi vida para ti, y así cuidar de ella, desarrollarla de la mejor manera, cultivando la excelencia en todo, sólo para tu gloria. Amén”
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