Fecha: 01-03.16
Unidos a Dios seremos bendecidos
“Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente” (Génesis 28:14)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Deuteronomio 28:1-14
Una familia de bendición, como la que Dios concibió para cada ser humano sobre la tierra, es aquella que se construye día a día, comprometiéndose, luchando, creyendo, pero, ante todo, llevando a cada uno de sus miembros a vivir unidos a Dios.
No existen fórmulas mágicas dentro de la vida cristiana, lo que existen son principios infalibles dados por Dios, trascendentales y eternos, que al aplicarlos en cualquier situación, época o cultura, dan fruto; aquellos principios que le enseñara el rey David a su hijo Salomón, seguro, plenamente, que este sería suficiente legado para que fuese un gran hombre y un gran rey: “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas” (1 Reyes 2:3).
Todo empieza aquí, en la unidad con Dios, con su Palabra, con su voluntad. Si la familia gira no en torno a sus caprichos, a sus costumbres o a sus paradigmas, sino en torno a Jesús, valdrán la pena todos los esfuerzos que se realicen, pues se tendrá un fruto abundante y permanente. Por el contrario, todas las demás luchas y batallas darán resultados parciales y perecederos.
Pero, ¿cómo se logra esa unidad con Dios? Le diré: Empieza cuando el hombre, la mujer y los hijos tienen su encuentro personal con Jesucristo, y le reciben en su vida como su Señor y Salvador. A partir de este momento comienza una especial relación con el Padre, con el Dios que promete bendecir nuestras familias. Esta relación va creciendo por medio de la oración hasta establecerse una sólida y placentera comunión de la cual se recibe vida y salud, y la cual se transmite y expresa a partir del área espiritual al alma, al cuerpo y al entorno.
Enseñar y mantener esta verdad en la familia es lo más valioso para nuestros hijos que cualquier riqueza material.
¡Cuán importante es sentir a Dios en la vida cotidiana!
HABLEMOS CON DIOS
“Señor, gracias por la familia que me has dado; reconozco que necesitamos vivir la unidad contigo; ayúdanos a vencer todo inconveniente para vivir unidos a ti y disfrutar de tus bendiciones. Amén.”
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