Devocional Agosto 26
LA ALABANZA, UN LENGUAJE DE AMOR
“Alabad a Dios en su santuario; alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza”. (Salmo 150:1-2)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Salmo 145:1-21
En momentos difíciles, la alabanza trae refrigerio a nuestro corazón. Nuestras palabras, mezcladas con hermosas notas musicales (fruto de labios que confiesen su nombre), llegan a los oídos de Dios, y traen bendición y liberación a nuestras almas (Hebreos 13:15).
En los salmos, sin duda, el himnario de la iglesia primitiva, descubrimos una impresionante descripción de ese Dios que merece nuestra alabanza y adoración. El salmo 150 nos ilustra sobre cómo alabar a Dios:
* En su santuario: Nos habla del lugar en donde debemos exaltarle
* En la magnificencia de su firmamento: Por su grandeza y la manera hermosa como
ha creado el universo
* Por sus proezas: Él nos ha hecho vencedores ante todas las batallas a las cuales nos
enfrentamos cada día
* Conforme a la muchedumbre de su grandeza: Su esplendor nos motiva a levantar
la voz, reconociendo sus prodigios, milagros y señales.
* ¿Con qué se alaba a Dios?: Con bocinas, con salterio y arpa, con pandero y danzas,
con cuerdas y flautas, con címbalos resonantes, y con címbalos de júbilo.
El saber que todo fue creado para nuestro bienestar, nos lleva a alabarle espontáneamente. La alabanza nos conduce a la intimidad con Dios, a disfrutar de su grandeza, y como consecuencia, nos deleitaremos en sus manifestaciones. Haga hoy, de la alabanza, ese lenguaje de amor que le permita acercarse a Él y disfrutar de la plenitud de su Presencia.
HABLEMOS CON DIOS
“Te alabo Dios porque grandes son tus obras, toda la creación cuenta de tus maravillas. Cuanto más te alabo, más disfruto de tu Presencia y se hace más grande mi anhelo de intimar contigo, de agradarte y conocerte. Gracias porque ese fue tu plan para con mi vida, Amén”
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