Devocional Septiembre 20
VUELVE TUS OJOS AL SEÑOR
“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción” (Job 22: 21-23)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Job 8: 5-7; Jeremías 29:12-13
¡Qué extraordinario consejo para dar a aquellos a quienes más amamos y queremos ver prosperados y bendecidos en todo!
Si pudiera resumir las enseñanzas que he recibido en la vida, esta sería una de las más importantes y definitivas, pues no hay nada más cierto que buscar a Dios; su cercanía y su amistad constituye la más grande fortaleza de un ser humano, su mayor herencia, su más precioso tesoro.
Pero, volvamos a las Escrituras y enumeremos todas aquellas riquezas que obtenemos cuando volvemos nuestro corazón sinceramente a Dios, lo cual significa que sus palabras tendrán un lugar prioritario en nuestra vida, y que sus preceptos son los que ahora guiarán nuestra existencia:
En primer lugar, tendremos paz, la que es producida por la certeza absoluta de que somos sus hijos y que Él ahora, como nuestro Padre, tiene todo bajo control. Él vela por nosotros y nada se escapa de su poder y de su fuerza.
En segundo lugar, nos vendrá bien. Bien en todo sentido. En todo lo que hagamos y en todo lo que emprendamos. Dios es la fuente de todo bien, y buscarlo entonces, es nuestra mayor riqueza.
En tercer lugar, seremos edificados y alejaremos la aflicción. Dios nos guiará con paso firme y certero, de tal manera que no nos extraviemos. Al obedecerle a Él, se fortalecerá nuestro hogar, nuestras relaciones con los demás, nuestra salud, nuestro trabajo y hasta nuestras finanzas.
Es necesario diariamente cultivar la comunión con Dios, porque de esa manera somos renovados, y cada día será nuevo y lleno de oportunidades.
HABLEMOS CON DIOS:
“Padre bueno, en este día reconozco que necesito estar en tu Presencia todos los días de mi vida, pues Tú eres el manantial de la vida. Tomo tu ley en mi boca y la coloco en el lugar más importante de mi corazón. Decido con la ayuda de tu Santo Espíritu, seguirte y obedecerte mientras viva. Amén”
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