Devocional Octubre 27
NUESTRA HERMOSA HERENCIA
“Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado” (Salmos 16:5-6)
PASAJE COMPLEMENTARIO: Romanos 4:18-22
Los miedos y el temor del presente y del futuro, generalmente conducen a las personas a vivir inquietos, angustiados, e incluso acongojados. Todos los días escuchamos historias tristes y lamentables acerca de enfermedades, accidentes, catástrofes, fracasos e injusticias, las cuales nos llenan de inquietud y zozobra. Además, cada uno tiene que enfrentar diversas dificultades personales y familiares que con mayor razón, afectan nuestra salud emocional y producen verdaderos conflictos en nuestra alma.
Es necesario comprender que la vida está llena de dificultades y pruebas que, para aquel que busca a Dios y entrega su vida a Él para creerle y obedecerle, todas ellas se convierten en enseñanzas que nos ayudan a bien, pues nos fortalecen, contribuyen a la formación de nuestro carácter, nos permiten madurar en el amor y crecer en la fe y la paciencia, para que cada día podamos parecernos más a Cristo, y disfrutemos de su maravillosa vida. Cada problema o dificultad producirá entonces, en aquel que está fundamentado en la fe en Cristo, una mayor capacidad para enfrentar la vida en forma victoriosa, pues ya no dependerá de las circunstancias o personas a su alrededor, sino de Dios, nuestro bien más seguro, nuestra más grande riqueza.
Así lo comprendía el rey David, y por eso, basó su vida y la dirección de su reino, no en su inteligencia, o en la estrategia militar, o en un poderoso ejército, ni en el mejor equipo de asesores y consejeros, sino en Dios. Su suerte era Él y por eso, siempre tenía victoria en todo aquello que emprendía. David tenía la certeza que Jehová era su herencia, la mejor de todas, por eso se sentía siempre rico, siempre afortunado, siempre seguro, siempre feliz.
Cuando confiamos en Dios y en su Palabra, no tenemos por qué experimentar miedos y
angustias, pero ¿Cómo podemos confiar en Él? Permitamos que el ejemplo de nuestro padre en
la fe, Abraham, nos enseñe:
-Él creyó en esperanza contra esperanza
-No se debilitó en la fe al considerar las circunstancias desfavorables
-Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios
-Se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios
-Estuvo siempre plenamente convencido que Dios era poderoso para cumplir sus promesas
Definitivamente, no existe mayor garantía de bienestar en nuestra vida que hacer del Señor
nuestro tesoro y nuestra herencia. Para Abraham representó su felicidad, su alegría, su paz y el
cumplimiento de todos sus sueños más profundos.
HABLEMOS CON DIOS:
“Contigo Señor lo tengo todo. Tú eres mi todo. ¿Qué más puedo pedir? No te reservaste nada por amor a mí. Gracias Señor, por la herencia de bendición que me diste. Te ruego que cada día me permitas vivir disfrutando de tu amor y tu paternidad, Amén.”
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