Devocional Noviembre 14

LA MISIÓN DE LA FAMILIA

«Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla...» (Génesis 1:27-28).

PASAJE COMPLEMENTARIO: Efesios 5:21-6:4

La principal misión de la familia, es contribuir a la formación personal de sus miembros, comenzando por los propios cónyuges, hasta extenderlo a los hijos. Es la verdadera escuela del ser humano, donde se adquieren los valores que han de regir la vida de cada uno de ellos. Allí se adquieren los elementos indispensables para formar el carácter, la valía, y el sentido de la responsabilidad.

La familia se constituye en forjadora de valores y virtudes, de éxitos o fracasos, de grandes enseñanzas o amargos sinsabores, que influyen para bien o para mal. Allí se pueden suscitar cambios sociales contribuyentes a la paz o a la violencia. Cada uno de nosotros es el resultado de lo que vivimos en nuestra propia familia. «Lo que el hombre sembrare, eso también segará.» (Gálatas 6:7)

Una pareja no puede darse el lujo de construir una familia por el sólo hecho de que «todos lo hacen». Formar una familia es una empresa de mucha responsabilidad, porque tiene que ver con la construcción de vidas, que tarde o temprano van a reflejarse en la sociedad. Muchos no tienen claridad del valor que ella tiene, viven confundidos, contemplando impotentes cada día la triste realidad de la caída de la institución que ha sido destinada a ser feliz, no a su destrucción. ¿Cuál es la razón de dicha incapacidad?

Al igual que sucedió a nuestros primeros padres en el huerto del Edén; dejaron entrar el pecado en sus vidas, y se extendió al hogar. Hoy sucede lo mismo; la destrucción de los hogares comienza por el hombre y la mujer, Dios los juntó y bendijo para que disfrutaran todo, como fruto de la obediencia. Cuando decida obedecer a Dios, disfrutará de paz, armonía, de su sobrenatural amor, y será capacitado para edificar un maravilloso hogar.

HABLEMOS CON DIOS:

“Padre amado, gracias por la familia que me has dado. Hoy vuelvo mi mirada a Ti y te pido que derrames sobre mí tu Espíritu, que me llenes y me des la sabiduría necesaria para que esta familia cumpla el propósito de formar el carácter de Cristo en cada uno de sus miembros, que verdaderamente sea un remanso de paz aquí en la tierra. Conviértete en el eje central de este hogar. Amén”

 

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