Devocional Noviembre 5

LA FE Y LA ORACIÓN

“Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:17-18)

PASAJE COMPLEMENTARIO: Ester 4 y 5:1-3

Dios nos ha dejado parámetros específicos por medio de los cuales podemos ser felices y hacer felices a otros.

Los que hemos entendido y puesto en práctica estos parámetros, hemos obtenido grandes beneficios; uno de ellos es la oración, ese poder invisible que opera en la vida de quien la practica, que nos permite ver las cosas, las situaciones e incluso las personas de forma diferente, es decir de una manera positiva.

La oración es una práctica que no nos cuesta nada. Sólo necesitamos creer, tener una actitud adecuada y una convicción profunda de que a través de ella, podemos acercarnos a Dios para hablar con Él. Una vez que hemos hablado al Señor, debemos disponernos a aceptar de buen agrado lo que Él disponga con relación a nuestra petición, sabiendo que su voluntad es buena, agradable y perfecta, y que Él nunca se equivoca. Así lo enseñó el Señor Jesús a sus discípulos en la oración del Padre Nuestro: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10).

Creerle a Dios es tener la mejor actitud positiva posible. Muchos dicen creer en Dios, pero no creen que Él es su Ayudador, su pronto Auxilio, su Proveedor; así que nunca se lanzan a obedecerle, y por eso no ven cumplidos los planes que Él tiene para sus vidas. Es por ello que necesitamos cultivar la fe. Crea que el Todopoderoso le guiará por el mejor camino posible, le dará su poder en los momentos que lo necesite, cuando sus fuerzas se agotan; reconozca su debilidad y crea que el Señor le da nuevas energías.

El secreto de la vida cristiana es la fe. La más grande lucha que sostiene el hijo de Dios, es la lucha por la fe, pues ella, es el canal divino que nos mantiene con los ojos puestos en Él.

HABLEMOS CON DIOS:

“Señor sin fe no puedo agradarte, por eso hoy te ruego que me enseñes a cultivar una vida de oración y de fe, basada en tu Palabra, Amén.”

 

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